Actualmente todos los
smartphones tienen una potencia absolutamente bestial, cuatro núcleos e incluso
ocho que a veces pueden resultar inútiles y ni siquiera puede que lleguemos a
amortizarlos con el uso.
Con esto quiero decir que el usuario medio de un teléfono usa aplicaciones básicas como Whatsapp, Twitter, Gmail, Facebook… que no requieren de un gran rendimiento por parte del teléfono.
Con esto quiero decir que el usuario medio de un teléfono usa aplicaciones básicas como Whatsapp, Twitter, Gmail, Facebook… que no requieren de un gran rendimiento por parte del teléfono.
Sin embargo, con la
implementación de potencia y la creación de aplicaciones (principalmente
juegos) que necesitan una gran potencia para funcionar no solo correctamente,
sino de forma aceptable hemos entrado en un círculo en el que si no compras un
móvil tope de gama, a los dos meses se dice que está obsoleto. Los fabricantes
dejan de sacar actualizaciones, las aplicaciones tardan una barbaridad en
cargar y nos desesperamos con una facilidad impresionante.
Sin embargo, esto solo o con más
frecuencia ocurre en Android. Tanto iOS como Windows Phone están mucho más y
mejor optimizados en cuanto a rendimiento. Los buques insignia de ambos
sistemas funcionan con procesadores doble núcleo y memoria RAM que no llega o
si acaso alcanza 1 GB.
Dejando a un lado que el uso de
juegos en Android puede convertirse en un elemento decisivo a la hora de comprar
nuestro smartphone y lo que defienden muchas personas, que para juegos
realmente buenos deberíamos comprar videoconsolas y no teléfonos, se encuentra
el hecho de que en los otros sistemas operativos no es necesario un procesador
de 4 núcleos para que el juego funcione sin lags.
Quizá deberíamos apostar más por
la optimización del sistema y de las aplicaciones en lugar de dotar a nuestros
teléfonos de una potencia digna de un ordenador.
Esperamos que este artículo os haga reflexionar sobre nuestras necesidades a la hora de buscar un smartphone nuevo. Un saludo, amigos de ZM.
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